En el 20º aniversario de la inuaguración del teatro Andamio 90

OFENSA (Esta historia suya) de John Hopkins - Versión: Fernando Masllorens y Federico González del Pino - Dirección: Marcelo Velázquez - Con: Marcelo Bucossi, Mercedes Fraile, Daniel Goglino, Alfredo Martín - Funciones: Sábados 20.30 - Teatro Andamio 90 - Paraná 660 - Reservas: 4373-5670

jueves, 21 de octubre de 2010

Crítica Poiesis Teatral

IMPRESIONES: "OFENSA (Esta historia suya)" de John Hopkins & Marcelo Velázquez
Por Christian Lange

"Creo que hoy maté a un tipo" es una de las primeras frases de Ofensa (Esta historia suya), primera obra teatral de John Hopkins, escrita en 1968. Se trata de un texto teatral estructurado en tres escenas (primera escena: Johnson con su mujer, Maureen; segunda escena: Johnson con un superior, el Comisario Inspector Cartwright; tercera escena: Johnson con un detenido, Baxter), tres dúos con un elemento común: Johnson. Presente todo el tiempo en la tres escenas, expuesto en todos sus perfiles y matices, él, Johnson, es -todo parece indicarlo así- el protagonista de esta historia. Pero, ¿será realmente así? Protagonista de la historia. ¿De cuál historia?

El título original de la obra, aquí devenido subtítulo es This story of yours. Pero, ¿a quién refiere el "suya" del (sub)título en cuestión? La frase aparece dos veces en el texto de la obra. En un caso, Cartwright se la dice a Jonhson y, en otro, es Johnson quien la dirige a Baxter. ¿Cuál es el sentido de esa frase en ambos casos? Lo que hay en común, lo que parece haber en común, es que quien escucha esa "historia suya", no cree en ella. Quien escucha quiere escuchar otra cosa, quiere escuchar la verdad, o "algo que se parezca a la verdad". [Algo que es absolutamente aplicable a la primera escena, de Johnson con su mujer, aún sin la aparición de la mencionada frase en forma explícita].

El espectador también quiere saber, claro. Y allí se asienta, hace pie, la absoluta eficacia de esta dramaturgia. Queremos saber qué pasó realmente. El montaje de la escritura tiene la habilidad de poner como tercera escena aquello, eso que queremos saber, eso de lo cual se ha hablado desde el inicio. La tercera escena, cronológicamente anterior a las otras dos, es colocada al final para permitirle al espectador sentir que finalmente sabrá, por sí mismo, sin relato de nadie como mediador, qué pasó en el cuarto de interrogatorios entre Johnson y Baxter, cuál es la verdad. Y ese querer saber, ese deseo del propio espectador, será puesto en cuestión, interpelado.

En las primeras dos escenas escuchamos a Johnson, Maureen y Cartwright "hablar" de aquello que luego veremos en la tercera escena con nuestros propios ojos. Pero no hay que confundirse. No se trata de que Ofensa sea una obra de las despectivamente conocidas como "de sillas y mesas". No es una obra en la que dos se sientan a jugar al "vení que te cuento". Lo que Hopkins tuvo la habilidad de construir es un relato doble (al menos), un relato de capas y planos diversos.
Por un lado hay, sí, narración: alguien, Johnson, debe contar una y otra vez (frente a su mujer, frente a la autoridad del superior) aquello que ocurrió en la habitación con el detenido Baxter; pero aquí hay una tensión dramática presente (construida triplemente desde el texto, la puesta y la actuación) que hace que el espectador no pueda sacar los ojos de encima de aquello que está viendo. No es acción referida (que la hay, claro, pero no solamente) sino acción presente que sucede frente a nuestros ojos. Y esa acción presente es verbal, física, energética. Vemos las energías desplegarse y pelear en cada escena. En la tercera, aquella que dramatiza en tiempo presente el interrogatorio, el autor logra también (!) replicar la estructura. Una tremenda acción sucede mientras otra es referida. Emerge así una matriz, una estructura, en la cual las tres escenas tienen acción presente y acción referida por la vía del relato. Y esa estructura no es "simplemente" formal sino que está imbricada en el contenido, en el sentido, en los temas y motivos, pero los excede por completo. Un juego de cajas, de intersección de planos, de ruptura de la cronología: un juego con el tiempo y el espacio. [Y dentro de ese juego y por ese juego el sentido se construye y se desarma. El teatro se hace presente].

Cada escena está cuidadosamente armada en la dramaturgia que carga la acción en tiempo presente frente a nuestros ojos. Se trata de tres combates. Se trata de desplegar toda la acción física, verbal, simbólica que se pueda. [Se trata, por lo tanto, de un enorme desafío para la actuación que debe trabajar sobre ambos ejes en un mismo movimiento: desafío resuelto magistralmente por el ensamble de los cuatro actores y su director].Y aquí, el combate, esta figura que emerge, esta matriz, es entre los cuatro personajes multiplicados por las dos fuerzas en tensión: hablar y escuchar. El sentido común aplicaría rápidamente la categoría digamos dominante o activa al hablar y la categoría dominada o pasiva al escuchar.

Aquí Hopkins y Marcelo Velázquez (y los actores) supieron encontrar, en sus múltiples y diversos lenguajes la manera de convertir la pulsión por escuchar en fuerza dominante frente a alguien que no quiere contar. El que escucha quiere escuchar, quiere escuchar más, quiere escuchar otra cosa. No quiere relato de superficie, quiere aquello. Y el otro no quiere contar, pero necesita contar aunque no quiera. La fuerza de la escucha se impondrá forzando el relato. Y esa pelea que sucede tres veces, en tres escenas distintas, no será pelea de sujetos sino de funciones, de roles. Johnson será forzado y forzará. Habrá una victoria, la pulsión de escucha vencerá. Y esa victoria, ese vencer, será con violencia. Acaso como contracara de aquel ingenuo, dulce y primitivo "¿me contás un cuento?" ya perteneciente a una infancia mitológica, veremos aquí que los cuentos no se narran, sino que el que escucha, el que ve, el espectador es la fuerza violenta que extirpa un relato que se le dirige y del cual es -en algún sentido- origen y autor.

La puesta en escena y dirección general de Marcelo Velázquez tuvo la habilidad de tensar todos los elementos y encontrar los ritmos para que las altas dosis de violencia que se despliegan en la obra puedan "digerirse" sin abrumar por demás. El diseño de espacio, luz y sonido colaboran y aportan significativamente. El elenco es sin duda la pieza central del hecho teatral vivo que es cada función. Los cuatro actores (Marcelo Bucossi, Mercedes Fraile, Alfredo Martín y Daniel Goglino) hacen trabajos notables siendo sus aportes fundamentales al resultado final. Es imposible no mencionar especialmente el trabajo de Bucossi con Johnson no sólo por el desafío de cargar con la permanencia en escena de inicio a fin, sino por la dificultad extra de actuar en la tercera escena algo que en el relato sucedió antes (y lo que eso implica para el actor en cuanto a los procesos de carga y descarga de estados interiores y de su expresión y contención), y -sobre todo- por el resultado notable de ambos desafíos.

Todo lo dicho hace de Ofensa, escrita por John Hopkins y dirigida por Marcelo Velázquez con un notable elenco, una experiencia teatral de alto vuelo para quien todavía esté interesado en un teatro que inquiete y perturbe.

http://www.poiesisteatral.blogspot.com/

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